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viernes, 26 de julio de 2013

LAVADORA DE ROPA Y OTROS ASUNTOS AFINES

Mi prima Marcela me envió un enlace para una conferencia TED, muy interesante, que se refería al consumo de electricidad en el mundo, y cómo se puede prever que será este consumo en el futuro cuando cada vez más personas tengan acceso a artefactos eléctricos. Le envié esta respuesta, recordando los primeros tiempos del exilio:

Gracias, Marcela, sumamente interesante. Por el título, pensé que el sueco que daba la conferencia TED iba a hablar sobre una manera alternativa de lavar, como la que apliqué yo cuando llegamos a Hastings y arrendamos una casa que tenía una máquina de lavar muy básica y pequeñita y nosotros eramos ocho. No hubiéramos tenido la plata en ese momento para comprar una lavadora adecuada.  Me acordé entonces del método que usaba una amiga yugoslava para lavar alfombras y frazadas, que consistía en echar estos elementos a la tina con detergente para que se remojaran un poco.  Luego ella se metía de pié en la tina y comenzaba a caminar, ida y vuelta, pisando todo hasta que pensaba que las frazadas o alfombra ya estaban limpias.  Sacaba el tapón, las escurría, se paraba encima del montón para escurrirlas un poco más, enjuagaba todo dos-tres veces, las escurría de nuevo y luego las tendía en el jardín a secar.  Yo adapté este método para lavar los cerros de ropa que salían con nosotros ocho, sábanas y toallas incluidos.  Ponía la ropa a remojar en la tina, me metía a la tina a caminar para allá y para acá pisando la ropa, mientras leía el diario.  Luego seguía todo el proceso de enjuague, más estrujado y luego un largo proceso de estrujar la ropa más grande en una pequeña máquina estrujadora que también venía con la casa. Luego salía al jardín a tender la ropa al sol, cuando lo había en esa Inglaterra de tiempo tan cambiante.  La ropa quedaba impecable, nunca estuvo más blanca, y yo nunca he estado más informada, luego de leer tanto diario pisando ropa en mis caminatas para allá y para acá.

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