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lunes, 7 de julio de 2014

NUEVO EXTREMO

La siguiente poesía está basada en mis recuerdos cuando recién llegué a Santiago desde Viña. Todo extraño. Todo ajeno.  Viviendo en una pensión situada en una calle que da a Vicuña Mackenna. Casas que habían visto mejores tiempos.  Aunque todavía algunas con sus dueños antiguos.  Ví, porque causó conmoción en el vecindario, como detenían al padre de tres muchachas preciosas, muy elegantes que siempre salían espléndidas con su madre, también muy buenamoza, de la casa del frente.  Años más tarde una de las muchachas resultó ser la esposa de un médico que trabajaba, igual que mi marido, en el Hospital San Juan de Dios.  Seguía tan espléndida y llamativa como la había divisado yo años antes.  Tan sola.

NUEVO EXTREMO
Camino solitaria por calles extrañas.
Ráfagas amarillas barren las avenidas.
Van pasando más personas a mi lado
de las que hubiera podido ver.
Antes.
En mi vida entera.

Almacenes pequeños en todas las esquinas.
Talleres de bicicletas.   Fruterías.   Carnicerías.   Peluquerías.
Se reparan radios.    Planchas.   Enchufes.
No se bota nada.        Todo se compone.
Detrás de las puertas alguien sube los puntos corridos de las medias.
“Diarios”     “Revistas”      “Compro”.     Los cuchillos y las tijeras se afilan.
Pasa el organillero.
”Hoy no se fía, mañana tampoco”. Los vecinos  eso sí tienen libretas
en que la compra se anota.   Y se paga a finales de mes.

Impidiendo el paso.
Al frente las montañas enteramente nevadas, nítidas
comentan con su indiferencia de peñascos
que nunca más volveré a encontrar
el mar
acariciando las arenas al final de una calle.
 
Las grandes tiendas del centro.   Las otras no tan grandes.
La Bandera Azul.         El Mercado Americano.
También en el centro.   Correos de Chile.  Los cines.    Las oficinas.
Las salas de conciertos.     Las farmacias.  
Las cajas en que se paga.   La luz.  El agua.   El gas.   Pocos tienen teléfono.

Fácilmente
se encuentra estacionamiento en las calles.
Por las veredas pasan Presidentes.   Ministros.   Actores.   Poetas.
Personas que conocemos por los diarios.    Por las revistas.
En la Plaza de Armas el coro de pájaros
se oye ensordecedor cualquier atardecer
entre los grandes árboles.

El sol brilla naranjo en mis ojos.
Esconde.
Las aceras desiguales
por las que voy tropezando.
Paso a paso.

Entre todas esas casas que se suceden.
No hay una.           

Que sea la mía.

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